Se sabe que las radiaciones ionizantes, radiaciones con una frecuencia por encima de 1015 Hz, son capaces de modificar la estructura interna de la materia rompiendo las moléculas, dando lugar a mutaciones que al alterar el material genético pueden derivar en cáncer. También se conocen los efectos térmicos de aumento de la temperatura que pueden provocar los campos electromagnéticos de microondas, que son una radiación no ionizante.
En los campos de frecuencia industrial, entre los que están los campos generados por fuentes de 50 HZ, como son las líneas eléctricas, electrodomésticos, etc., está comprobado que debido a su frecuencia no tienen suficiente energía como para ser capaces de romper el material genético, por lo que se han investigado otros mecanismos que pudieran producir posibles efectos sobre la salud humana.
Estos campos eléctricos y magnéticos pueden interactuar con los seres vivos provocando un movimiento de las cargas eléctricas libres que existen en el organismo. Las corrientes que generan estos movimientos se conocen como corrientes inducidas, y su magnitud se expresa en intensidad de corriente por unidad de superficie (A/m2). Las corrientes inducidas por campos eléctricos y campos magnéticos llevan diferentes direcciones y sentidos.
El valor de una corriente inducida depende de muchos factores como pueden ser la intensidad del campo externo, la distancia del cuerpo a la fuente, la presencia de objetos que deformen el campo externo, el tamaño y postura de la persona, etc.
Se sabe que las corrientes naturales dentro de un organismo oscilan entre 1 y 10 mA/m2, y el umbral para producir efectos nocivos es la inducción de corrientes superiores a 100 mA/m2.
Un campo eléctrico de 1 kV/m induce sobre la cabeza de una persona una corriente de 0,05 mA/m2 y un campo eléctrico de 0,0005 V/m. Mientras que un campo magnético de 1 mT induce una corriente de 0,0015 mA/m2 y un campo eléctrico de 0,000015 V/m. Para inducir 10 mA/m2 en una persona habría que exponerla a un campo superior a 500 mT, una intensidad 50 veces superior a la que puede encontrarse bajo una línea de muy alta tensión. Con campos magnéticos muy grandes, del orden de 10000 mT, se ha visto que pueden provocar en los ojos destellos similares a los que se producen cuando uno se los frota.
La cuestión está en saber que factor del campo magnético es el importante para que se pudiera dar algún efecto biológico sobre las personas. Entre estos factores podría estar el nivel medio al que se está expuesto durante un periodo de tiempo, considerar sólo exposiciones al campo magnético que estuvieran por encima de un valor umbral, las veces que se entra o se sale de un campo magnético, etc. En estos momentos en la comunidad científica existe una controversia respecto a si estos factores influyen realmente o no.
Otros mecanismos hipotéticos mediante los cuales los campos magnéticos pudieran provocar algún efecto biológico y además se han investigado son los siguientes:
- Alteración en la estructura del material genético y alteraciones en su reparación
- Alteración en la síntesis del ADN
- Alteraciones en la expresión de algunos genes relacionados con el cáncer
- Efectos sobre células preleucémicas
- Transformación tumoral
- Alteración del movimiento de iones
- Alteración en la respuesta a la hormona melatonina en células de cáncer de mama
- Alteración en ODC (un compuesto relacionado con la proliferación celular)
- Alteración en interleukinas (sistema inmune)
De los estudios que se han realizado sobre estos mecanismos se puede extraer que con las intensidades habituales del campo electromagnético, e incluso superiores, no se ha podido determinar ningún mecanismo bioquímico o biofísico que pueda producir efectos perjudiciales para la salud.
Respecto a la variación de los niveles de la melatonina no se ha comprobado que sea relevante en mamíferos y personas.
Los estudios de laboratorio con animales tampoco han demostrado que los campos provoquen problemas de reproducción, ni efectos sobre las distintas fases de los procesos cancerígenos, o alteraciones del material genético o síntesis del ADN.
Hay algunos estudios, pertenecientes a un mismo grupo de investigación, que indican alguna relación de los campos con un cáncer de mama inducido químicamente en animales, pero estos resultado no se han conseguido volver a repetir por ningún otro equipo de investigación.
En los estudios epidemiológicos de cáncer infantil es donde se han encontrado las mayores discrepancias. De 35 estudios realizados entre 1979 y el año 2000, sólo 7 encuentran un cierto riesgo significativo. Conforme han pasando los años las medidas que se han ido realizando han sido de mayor precisión pero no han aportado ningún dato nuevo.
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