Desde 1885, y como consecuencia del calentamiento global, la temperatura media de Boston ha subido un grado y medio. Las plantas con flores son muy sensibles a los pequeños aumentos térmicos, sobre todo si ocurren entre febrero y mayo, y los científicos han calculado que ese grado y medio es suficiente para adelantar la floración cinco días. Los otros tres días de adelanto no son atribuibles al calentamiento global, sino al local: las carreteras y los edificios han proliferado mucho más que las flores en los alrededores del Arnold Arboretum, y han elevado la temperatura del herbario por encima de la subida media de Boston. Los resultados, anticipados hoy por la Universidad de Boston, serán presentados en detalle en la reunión anual de la Sociedad para la Biología de la Conservación, que se celebrará en Nueva York a finales de mes.
El adelanto de la floración no es el único efecto biológico del calentamiento global, probablemente relacionado con las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Ayer mismo se supo que la última revisión del Standaardlijst Nederlandse Flora, el catálogo de las plantas silvestres que crecen en Holanda, ha tenido que incluir 50 especies que, hasta hace siete años, sólo se daban de modo natural en latitudes más meridionales, incluidas algunas plantas de origen africano.
Pocos países están tan atentos como Holanda al calentamiento del planeta. Uno de sus efectos más predecibles es la subida del nivel del mar, y la mitad de la superficie holandesa está por debajo de esa línea amenazante.
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