El último informe educativo PISA, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), levantó ampollas al hacer descender media docena de puestos a una de las tradicionales potencias educativas. Ahora, Federación y Estados invertirán anualmente, durante los próximos cinco años, 380 millones de euros en el proyecto, que responde a una traumática sensación de deterioro del nivel educativo de los alemanes. No obstante, no deja de ser remarcable que un Gobierno de izquierdas, que se ve emparentado con las revueltas estudiantiles de los años 60 que cambiaron el modelo educativo, se decante tres décadas después por la educación de elite.
Pese al déficit presupuestario que arrastra, el Gobierno federal ha aceptado hacerse cargo de las tres cuartas partes (285millones) de la inversión, según ha anunciado el ministro Edelgard Bulmahn, quien pidió a los también endeudados ejecutivos regionales que no ahorrasen en el capítulo educativo y prometió no llevar a cabo recortes en otros ámbitos. La portavoz de la oposición democristiana en asuntos de Educación, Katherina Reiche, ha criticado que tras una fachada de centros de elite se escondan recortes en otros ámbitos educativos, pero la ministra ha asegurado tener el dinero y que no será así. Bulmahn ha pedido 250 millones extra del presupuesto al Ministerio de Finanzas y ha aprovechado para acusar a los Estados, en su mayoría regidos por la oposición, de que en los últimos cinco años la contribución federal a la Universidad ha crecido mucho más que la de los Gobiernos regionales.
El canciller Gerhard Schröeder ha manifestado que educación, investigación y desarrollo serán una prioridad este año y ha prometido nuevos fondos para crear centros de elite mundial. La coalición de socialdemócratas y verdes quiere ver aumentar el gasto en investigación y desarrollo (I+D) hasta un 3% del PIB, desde el 2,5 actual. Para ello, la ministra federal germana había dicho anteriormente que Alemania necesitaría 10.000 millones de euros para educación en 2010. Dos tercios de esa cantidad deberán ser asumidos por la empresa privada.
«Corsé universitario»
La portavoz opositora ha advertido, sin embargo, que la competitividad entre centros «sólo tendría sentido si se libera a la vez a las universidades del corsé actual», dijo Reiche, agregando que la necesidad de ofrecer oportunidades de investigación y profesionales a centros e investigadores no debería ceñirse al pago con dinero. Las universidades deberían también competir por lograr para sí los mejores alumnos, así como poder solicitar de los estudiantes el pago de tasas. También el pago de profesores y ayudantes, según los democristianos, debería flexibilizarse, pues no parece inteligente dejar marchar a otros centros o empresas doctorandos o agregados que se han formado durante años a expensas del Estado, pero que no pueden permanecer más de seis años en un departamento.
El Consejo de Rectores de Universidad (HRK) ha hecho pública su disposición a introducir tasas universitarias y exigir a los alumnos en un futuro 500 euros de matrícula por semestre, al objeto de asegurar la calidad de los centros. Con ellos las universidades esperan un ingreso complementario de hasta 1.500 millones de euros.
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