En dos semanas, un grupo de científicos de la Universidad de Alaska partirá hacia las aguas del Artico en la primera de una serie de expediciones que estudiarán las especies árticas gracias a una beca de 600.000 dólares otorgada por la Fundación Alfred P. Sloan de Nueva York.
El proyecto es parte del Censo de Vida Marina (CVM), una iniciativa que cuenta con el apoyo de varias instituciones de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales en el que colaboran centenares de científicos de 53 países con el objetivo de cuantificar para el 2010 las especies marinas.
En sólo tres años, CVM ha contabilizado 15.304 especies de peces -se calcula que existen otras 5.000 por descubrir- y está revelando la existencia de unas 160 nuevas especies al año.
"El Artico es uno de los océanos menos estudiados y probablemente el que tiene el mayor potencial para albergar un mayor número de especies únicas", explicó a EFE Russ Hopcroft, un investigador canadiense que trabaja en la Universidad de Alaska y que participa en el proyecto de CVM.
Unas de las áreas en las que más interés tiene el censo del Artico es la llamada Cuenca de Canadá, un enorme depresión al norte de Alaska y el Yukon que alcanza profundidades de casi 4.000 metros y que es la masa de agua salada más antigua del planeta.
Las aguas de la Cuenca de Canadá han permanecido prácticamente aisladas durante miles de años gracias a cadenas de montañas submarinas que la rodean.
En un extremo se sitúa el estrecho de Bering, donde la profundidad máxima es de 70 metros, mientras que por el lado del océano Atlántico, la cuenca está protegida por el angosto estrecho de Fram y la cordillera Lomonossov, que asciende hasta 1.400 metros por debajo de la superficie del agua.
Y en la superficie, la capa de hielo que cubre las aguas desde tiempos inmemoriales añade un elemento más de aislamiento.
Muchas de las especies que viven en las profundidades de la Cuenca de Canadá no se trasladan a aguas más superficiales y cálidas por lo que los científicos consideran que estos animales y microorganismos han estado aislados durante millones de años.
Todo este delicado medioambiente puede verse alterado para siempre por el cambio climático, el aumento de temperaturas y la fusión de los hielos en el Artico.
"En la actualidad la capa de hielo se ha reducido de forma extrema y la predicción es que se va a perder la cubierta helada que cubre el océano durante todo el año y que sólo existirá durante el invierno", señaló Bodil Bluhm, una investigadora alemana que también trabaja en la Universidad de Alaska.
"Los animales en el Artico se han adaptado a unas determinadas condiciones y el cambio del medio ambiente supondrá la extinción de algunas especies", vaticinó Bluhm.
En parte, el censo del Artico se ha visto acelerado por las evidencias de cambio climático en las zonas más septentrionales del planeta.
"Es el momento adecuado para hacerlo -indicó Hopcroft-. Nuestra más extrema posibilidad es encontrar especies que creemos extintas, fósiles vivientes".
"Lo que sí es seguro es que el censo cambiará bastante la percepción que se tiene del océano Artico como prácticamente un desierto a una región de gran diversidad", concluyó Hopcroft.
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